El
campo es una fuente de muchos recursos, sin embargo no se le ha prestado tanta
atención como debería y ha sido dejado a un lado. En la actualidad, el campo
tiene que afrontar muchos problemas como la pobreza, la disminución de la mano
de obra, la poca infraestructura, las precarias condiciones para la comercialización
de productos, los costos elevados de producción, entre otros. Por lo cual, se
debe plantear estrategias para mitigar todos estos problemas. La aplicación de
la ecología en la agricultura es muy ambiciosa al buscar la solución de esta
crisis, por lo que se va a ilustrar en los siguientes párrafos un recorrido
jerarquizado de como la agroecología puede intervenir en diferentes aspectos
para el beneficio de los campesinos y la sociedad en sí.
El
campo en el pasado se caracterizaba por ser sustentable, obtenía los recursos
necesarios del medio ambiente y se promovía y protegía estos recursos para las
generaciones futuras. Sin embargo, las comunidades campesinas fueron cada vez
más empujadas para transitar a un negocio extractivita como lo menciona Sevilla
y González (1990). De esta forma, incorporaron fertilizantes, pesticidas,
maquinaria agrícola y demás tecnologías para mejorar la productividad del
campo. Uno de los ejemplos más visibles es el monocultivo, Vérant (s.f.) muestra
el monocultivo de palma africana en una comunidad de Nicaragua, en donde se ha
generado impactos de manera social, económica y ambiental. Por lo tanto, estas
prácticas no condujeron a la sustentabilidad, en lugar de esto produce graves daños
al medio ambiente (Vandermeer y Perfecto, 2013) y al del hábitat del ser
humano.
Meadows et al. (1972) expone las proyecciones
del futuro si continuamos con esta forma de producción salvaje. El resultado de
estas proyecciones no son para nada alentadoras, la contaminación continuará
aumentando de tal forma que incrementará la tasa de mortalidad, se disminuirá
la producción de alimentos y los recursos se agotarían. Además de lo anterior,
el cambio climático es un problema latente. Este fenómeno está creciendo
aceleradamente y el tipo de agricultura que se está desarrollando lo está
promoviendo. El porcentaje de gases de efecto invernadero emitidos por la
agricultura y otros tipos de actividades agrícolas es de 24% (Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, 2015).
Por lo que los
campesinos no la tienen para nada fácil, porque requieren un sustento, pero la
forma como se está haciendo afecta el lugar donde vive. No obstante, pueden
recibir apoyo de agentes externos para que a través de sus diferentes
especialidades puedan llegar a un consenso y establecer las mejores estrategias
para enfrentar los diversos problemas que se afronta en el campo (Conway, 1983).
Esto se realiza a través del uso de la teoría general de sistemas promulgada
por Bertalanffy (1976), para reconocer los elementos que integran el sistema,
las fronteras y las jerarquías. Otra alternativa es la propuesta por la FAO
(2005) en donde toman como ejemplo un proyecto desarrollado en Nicaragua,
empleando una metodología para realizar un diagnóstico sistemático teniendo en
cuenta la perspectiva de género. Por medio de este diagnóstico se determinan
las falencias de la comunidad y se establecen estrategias y planes a
seguir.
Estas estrategias de
solución deben ir encaminadas hacia la agroecología. Algunas personas
relacionan la agroecología con la agricultura tradicional y aunque puede ser
parte de ella, no se puede romantizar del todo. Es necesario que se integre la
agricultura tradicional, porque los conocimientos son amplios y locales, con la
ecología, ya que está provee conocimientos específicos y generales (Vandermeer y Perfecto, 2013). De esta forma, la finca
involucra los saberes ancestrales de los campesinos y la complejidad ecológica.
El
agroecosistema debe reconocer que dentro de los sistemas de producción de la
finca ocurren muchas interacciones entre sus mismos organismos y con el medio
ambiente. Por lo que es necesario conocer los conceptos básicos de la ecología,
entendiéndose como el estudio de los seres vivos con su medio ambiente
(Haeckel, 1866). Para este caso se puede tomar como ejemplo la milpa, los
elementos de ésta son los diversos individuos que convergen en esta área como
el maíz, la calabaza, el frijol, los quelites, los árboles, la fauna, entre
otros. Estos seres vivos, conocidos como biocenosis por Mobius (1877 citado en Glaubrecht, 2008), se relacionan entre sí y establecen relaciones
simbióticas como el frijol que fija nitrógeno en el suelo a través de una
relación con las bacterias Rhizobium. Además,
el frijol emplea la estructura del maíz para enredarse y continuar con su
proceso vegetativo, por el otro lado las calabazas se dispersan por el suelo,
previniendo la erosión y manteniendo la humedad en el suelo.
Las
relaciones en la milpa trascienden mucho más y pueden llegar a ser muy
complejas (Vandermeer y Perfecto, 2013). Esto puede ser apreciado en el proceso
de la fotosíntesis y en la productividad de un individuo al capturar energía
solar. Asimismo, la transferencia de energía de un nivel trófico a otro (Odum,
1968). En el caso de la milpa, los roedores comen algunas mazorcas de maíz,
estos a su vez son cazados por los zorros y en algunos casos estos se vuelven
en la presa del ser humano. Aunque toda la energía no es aprovechada desde un
nivel trófico a otro debido a factores como la respiración, la depredación y la
descomposición, que permite retornar los individuos de la cadena trófica al
suelo y de esta forma reincorporarlos al ciclo a través de la absorción de
nutrientes por las plantas (Lindeman, 1942).
Asimismo,
se deben involucrar principios que integren la ecología y la agricultura en la
finca. Altieri (1995 citado en Altieri y Toledo, 2011) propone sistemas de
producción biodiversos, resilientes, eficientes energéticamente y socialmente
justos. Esto quiere decir, sistemas de producción que no solamente se preocupan
por una producción limpia con agricultura conservacionista o agricultura
orgánica, sino más bien involucrar aspectos económicos, sociales, políticos y
ambientales para que el campesino pueda asegurar una soberanía alimentaria.
Por
lo tanto, para lograr este ecodearrollo, que Sachs (1981) lo define como un desarrollo
socialmente deseable, económicamente viable y económicamente prudente, se
requiere que se involucren todas las entidades que hacen parte del sistema
alimentario. Principalmente, el gobierno tiene que crear políticas públicas
para mitigar los impactos que se están haciendo en el medio ambiente, además
permitirle al campesino que decida la forma como quiere producir y obtener su
alimento. Sin embargo, esto parece complicado en los países latinoamericanos en
donde la clase dirigente solo se preocupa por los intereses particulares de
ciertas personas y no por el bien común. Por lo que es necesario la unión de
fuerzas de los campesinos, asociaciones obreras y demás para generar
resistencia y presionar al estado para que cumpla efectivamente su papel como
gobernante.
Igualmente,
es necesario que el campesino cambie su pensamiento de asistencialismo al estar
a la espera de recursos que entidades gubernamentales o internacionales les
puedan ofrecer. Ellos deben suscitar
entusiasmo ante las políticas que los beneficien y las implementen para su
bienestar en el campo, reconociendo que las ayudas mancomunadas que se hacen es
principalmente para mejorar su calidad de vida y trayendo también como
resultado la reducción de los impactos que se generan en el planeta.
Finalmente
como se ha visto, el mundo está atravesando por muchas dificultades y de alguna
manera el campo ha sido uno de los causantes debido al modelo extractivista que
se ha promocionado en las últimas décadas. Por lo tanto, es necesaria una
revolución agroecológica para que se realice una transición a un modelo de
agricultura sustentable. Se requiere del trabajo tanto del estado, a través de
la formulación de políticas, como del entusiasmo del productor para poder lograr
este gran objetivo y poder permitirle a otras muchas generaciones habitar en
esta casa común.
LITERATURA CITADA
Altieri, M., & Toledo, V. (2011). La
revolución agroecológica en Latinoamérica . Obtenido de Grupo Semillas:
https://www.semillas.org.co/apc-aa-files/5d99b14191c59782eab3da99d8f95126/AGROECOLOGIA_ALTIERTOLEDO.pdf
Bertalanffy, L. (1976). Teoría
general de sistemas.
Conway, G. (1983). Agroecosystem analysis.
FAO. (2005). Género y sistemas de
producción campesinos: lecciones de Nicaragua .
Glaubrecht, M. (2008). Homage to Karl August Möbius (1825–1908) and his
contributions to biology: zoologist, ecologist, and director at the Museum
für Naturkunde in Berlin. Zoosystematics and Evolution, 9-30.
Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático. (2015). Contribución del grupo de trabajo
III al quinto informe de evaluación del grupo intergubernamental de expertos
sobre el cambio climático.
Haeckel, E. (1866). Generelle Morphologie.
Lindeman, R. (1942). The trophic‐dynamic
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Meadows, D., Meadows, D., Randers, J., & Behrens, W. (1972). Los limites de crecimiento .
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Sachs, I. (1981).
Ecodesarrollo: concepto, aplicación, beneficios y riesgos.
Sevilla, E. G. (1990).
Ecosociología: Elementos teóricos para el análisis de la coevolución social y
ecológica en la agricultura.
Vandermeer, J., &
Perfecto, I. (2013). Tradiciones complejas: intersección de marcos teóricos
en la investigación agroecológica. Agroecología, 55-63.
Veránt, S. (s.f.). Diagnóstico
agrario de una pequeña región agropecuaria en el municipio del Castillo en Nicaragua.
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