En mi último trabajo, tenía que salir al campo para hacer asistencia técnica a un grupo de campesinos del departamento del Huila, Colombia. En una de esas ocasiones, con el intercambio que hacía con un productor, me enseña las variedades de maíz que poseía. Una de ellas me causó sorpresa al ser un maíz de colores blanco y azul (figura 1). Tenía la idea que los maíces de colores eran de México, tal vez esta idea se fundamentó al consumir solamente maíces de color amarillo y blanco. Luego me enteré que los agricultores del proyecto tenían también maíz rojo y que hacían arepas rosadas, lo que me pareció bastante curioso.
Las semillas
son una de las formas como las plantas se reproducen. Las plantas, aunque no se
pueden mover, tienen diferentes estrategias para dispersar sus semillas. Por
ejemplo, pueden lucir atractivas para que los animales las consuman, desarrollar
aletas que les permiten viajar con el viento, flotar para desplazarse a
diferentes ubicaciones a través del agua, entre otros mecanismos.
Los
seres humanos aprovechamos de muchas formas las semillas, dado que generalmente
contienen nutrientes en forma concentrada. Éstas son muy importantes en la
agricultura, porque les permitieron a nuestros antepasados hace 10,000 años
establecer cultivos y poder gestar grandes civilizaciones. Además, las semillas
nos ofrecen energía y proteína en nuestra alimentación, son empleadas en ritos
mágico-religiosos (figura 2), se usan en algunos instrumentos musicales, entre
otros muchos usos.
Sin
embargo, las semillas también son vistas como un recurso para generar mucho dinero,
porque los campesinos las requieren cada vez que van a sembrar. Las empresas
multinacionales han creado diferentes estrategias, tanto en la genética de la
semilla como regulaciones legislativas para hacer que los campesinos vuelvan a
comprar semillas en lugar de almacenarlas para posteriores siembras. Estas
empresas se caracterizan por manejar también el mercado de agroquímicos, además
están consumiendo empresas más pequeñas para controlar más el mercado de las
semillas, esto se conoce como oligopolio.
Las
estrategias genéticas son modificaciones en las semillas para adueñarse de
ellas. Algunas de estas estrategias son las semillas hibridas y los Organismos
Genéticamente Modificados (OGM). Las semillas hibridas se obtienen a partir de
una planta hibrida, esta se produce a través del cruce de dos plantas de
diferentes especies, pero no muy diferentes (Rodríguez, 2013). Sin embargo, si
se emplean de nuevo estas semillas después de la producción, los individuos
generados no tendrán las mismas características que sus padres. Por esto el
campesino tendrá que comprar nuevamente semillas si desea tener tan buena
producción como la obtuvo primeramente.
Los
Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o también llamados transgénicos son
variedades que se modifican genéticamente para incorporarle un gen de otra
especie para añadir propiedades distintas a las originales (Casquier &
Ortiz, 2012). En el caso del maíz transgénico se le ha introducido un gen de
una bacteria para hacerlo resistente a herbicidas, o también a algunos insectos.
La idea de tener un maíz transgénico es poder establecer grandes extensiones de
maíz, dispersar agrotóxicos contra plagas, enfermedades y arvenses y abaratar
la producción. Sin embargo, este tipo de semillas no pueden ser sembradas otra
vez, los campesinos están en la obligación de comprarlas nuevamente. Además,
este maíz puede contaminar maíces criollos y nativos, maíces que han sido
recuperados y mejorados por muchas generaciones.
Estas
compañías también han fomentado leyes que criminalizan a los productores por
comercializar, almacenar, intercambiar y hasta sembrar las semillas criollas y
nativas que poseen. Algunas de las legislaciones internacionales son la Unión
Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), que
protege los derechos de obtentor, esto quiere decir atribuciones que se les
otorgan a personas que se adueñan de las semillas por modificaciones genéticas.
El obtentor vegetal puede demandar que le asignen derechos exclusivos sobre su
creación si la variedad resultante es nueva, distinta, homogénea y estable (Bravo
& Vélez, 2019). De esta forma, cada vez que un campesino compra semillas
modificadas genéticamente, las personas con este tipo de derechos reciben una
cierta suma de dinero.
El
protocolo de Nagoya es otra regulación internacional, establece que se deben
tener contratos entre empresas y comunidades para el beneficio de los recursos
genéticos conjuntamente (Bravo & Vélez, 2019). No obstante, estos contratos
comúnmente no se elaboran y tampoco se hace el aprovechamiento por las
complicaciones que conlleva. Además, se suscitan otros problemas para
determinar a quién darle los derechos al conocimiento.
Por
el otro lado, el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la
Alimentación y la Agricultura (TIRFAA), pone en común algunas especies para que
todos tengan acceso a estos recursos y puedan alcanzar una seguridad
alimentaria. Sin embargo, al tener acceso también las empresas semilleras,
pueden manipular genéticamente las semillas y luego patentarlas (Vélez, 2019).
Todas
estas prácticas atentan contra el patrimonio de los campesinos, porque ellos
han sido los que han seleccionado todas las semillas hasta obtener lo que
poseemos ahora. Tal vez, para una persona urbana esto no tenga mucha
relevancia, sin embargo la protección de las semillas es trascendental. Las
corporaciones solo les interesa unos cuantos alimentos, pero la dieta de una
población se constituye en una gran diversidad de productos, por eso hay que
conservar las semillas para que podamos continuar alimentándonos a través de
diferentes fuentes de energía y proteína. Además, la diversidad permite
afrontar el cambio climático y otros desafíos, hay variedades de algunas
especies que se comportan relativamente bien en ambientes áridos o con suelos
inundados. Hay otras variedades que no son susceptibles a determinadas plagas,
o contienen más de algunos nutrientes, por lo que pueden ser útiles en situaciones
específicas.
Es
necesario que todas las personas se concienticen de lo que está sucediendo con
las semillas actualmente para poder generar resistencia a través de la
circulación de las mismas semillas y de esta forma lograr la tan anhelada
soberanía alimentaria, donde los pueblos tengan la capacidad de decidir frente
a lo que desean comer y el modelo de producción que quieren realizar.
Espero
que las anteriores líneas los hayan ilustrado un poco y los hayan
sensibilizado, si desean conocer un poco más sobre esta situación los invito a
revisar los siguientes enlaces:
- ¿Qué son las semillas nativas?
- Alimentos transgénicos
- El negocio con las semillas híbridas industriales
- Legislación de semillas: caso en Colombia
Bibliografía:
- Bravo, E., & Vélez, G. (2019). Glosario sobre leyes de semillas. Unidad 1: Marcos jurídicos internacionales sobre las semillas.
- Casquier, J., & Ortiz, R. (2012). Las semillas trnasgénicas: ¿un debate bioético?
- Rodriguez, A. (5 de Abril de 2013). Semillas híbridas, transgénicas y ecológicas. Obtenido de Escuela Planeta Huerto: https://www.planetahuerto.es/revista/semillas-hibridas-transgenicas-y-ecologicas_00256
- Vélez, G. (2019). Unidad 2: Propiedad intelectual de las semillas y certificación de las semillas en la región.